Problemas en el diseño curricular II La evaluación de las asignaturas

 

La mala praxis en la evaluación

Otro de los problemas en la gran tasa de fracaso escolar es la mala praxis de los profesores a la hora de evaluar, y sobre todo las desigualdades que surgen entre distintos centros, comunidades y países al no existir un criterio común de requisitos y competencias mínimas, lo que provoca que en los centros donde mayor sea la exigencia, mayor sea a su vez la tasa de fracaso. Esto tiene una incidencia directa sobre los malos resultados del informe PISA en nuestro país, ya que “El elevado grado de exigencia, asociado a la repetición de curso y a bajos resultados académicos, incide negativamente sobre la motivación … lo que lleva aparejado que el porcentaje de estudiantes que abandona prematuramente el sistema educativo sea el doble que el europeo.” (Guerra, 2014, pág. 1) por lo que, aunque los informes muestren una peor tasa de fracaso escolar en España, esto no significa que nuestros alumnos estén peor preparados que el resto de Europa, sino que, al contrario, se les exige un mayor nivel para promocionar su curso académico.

Ya que no disponemos de resultados públicos que nos permitan comparar los rendimientos de distintas comunidades, y tampoco conocemos las distintas formas de evaluación que existen en los diferentes centros, nos vemos obligados a recurrir a informes externos como el informe PISA para comparar a los alumnos españoles con la media europea. Al comparar los resultados de este informe en las materias de matemáticas lectura y ciencias con el porcentaje total de alumnos graduados en un año en relación a los que tenían 15 años al comienzo del curso podemos observar que en prácticamente el total de las comunidades españolas son superiores a la media europea en cuanto al nivel educativo de sus alumnos. En cambio, cuando lo que observamos es el numero de alumnos que repite curso en España y lo comparamos con los datos europeos, la diferencia es inversa: “la proporción de jóvenes europeos que no repite cursos y que en consecuencia cursan los estudios que les corresponde por edad es mucho mayor que la de cualquier Comunidad Autónoma española, aunque en 10 de ellas el nivel de competencias de sus estudiantes sea mayor a la media europea” (Guerra, 2014, pág. 4).

Lo que nos encontramos es que el nivel académico que se exige a los estudiantes en España es mucho mayor que el nivel académico que se exige a los estudiantes europeos para continuar cursando los cursos que les corresponden, lo cual desemboca una vez más en la estigmatización y la falta de motivación a la hora de continuar los estudios, dando lugar a su vez a una mayor tasa de abandono escolar. Este problema se reduplica incluso entre las distintas Comunidades dentro de nuestro país, que tienen distintas maneras de evaluar a la vez que distintos niveles de exigencia. Los profesores tienen aquí una necesidad crucial de unificar criterios de evaluación, tanto entre las distintas Comunidades como a nivel europeo. Pero siendo que esto resulta actualmente utópico, dentro de nuestra praxis como docentes individuales deberíamos tratar de implementar cambios tales como “Fomentar el interés y la motivación del alumnado por la escuela y la formación, de manera que sea un elemento activo en el proceso de aprendizaje, que se sienta seguro, que comprenda lo que se espera de él, que amplíe sus expectativas y que se vea ante una tarea que despierte su interés y le permita progresar.” (estado, 2014, pág. 39) mediante diálogos en lugar de monólogos en clase podemos mantener mayor tiempo la atención del alumno en clase, a la vez que tenemos que dejar claros desde el primer momento los objetivos que esperamos que se cumplan para poder superar la asignatura, pues unos criterios de evaluación imprecisos o arbitrarios dejan desorientados a los alumnos. A la vez, se deberían tener en cuenta las particularidades de cada alumno, y valorar a los mismos por su progreso en las distintas competencias que se les pide alcanzar, y no solo por su capacidad de lograr un listón predefinido antes de conocer las circunstancias individuales de cada uno. Por otro lado, uno de los mayores problemas que los profesores generan a los alumnos es la elevada carga de deberes y trabajo en casa a la que se ven sometidos, que lejos de ser enriquecedora en su aprendizaje se convierte una monótona tarea que acapara el tiempo que debería ser necesario para su descanso y desarrollo personal. Implementando estas distintas técnicas, nosotros como docentes deberíamos ser capaces de mermar el fracaso escolar y la pérdida de interés de los alumnos en el sistema educativo.

 

Bibliografía

Bernstein, B. (1989). Clases, códigos y control. Madrid: Akal.

Bourdieu, P. y.-C. (2001). La reproducción. Madrid: Editorial Popular.

estado, C. E. (2014). Escuelas de éxito. Características y experiencias. Participación Educativa, 39-41.

García, J. S. (2007). FRACASO ESCOLAR, CLASE SOCIAL Y POLÍTICA EDUCATIVA. Viejo Topo, 44-49.

Goldthorpe, J. (2000). On Sociology. Oxford: Oxford University Press.

Guerra, C. (2014). La falta de coherencia en la evaluación de los estudiantes propicia el fracaso escolar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De lo que odias a lo que amas, solo hay un cambio de perspectiva.

Trabajar la Filosofía desde el cine I

Participacion escolar