Itaca

 

 

 

                                       LA PASIÓN GRIEGA .: KONSTANTINOS KAVAFIS: "ÍTACA"

El poema Itaca siempre ha sido muy revelador para mí, pues pienso que la mayoría de la filosofía se encuentra en los clásicos, y en concreto en las escuelas filosóficas helenísticas que se preguntaban por aquello que más importante debería ser siempre para el ser humano "¿Cómo ser felices?". 

Esa pregunta no solo es teórica, sino que implica una cuestión práctica, y es que eso es ante todo la filosofía, no se basa en el delite intelectual y las palabras, sino que siempre tiene pretensión de acción. Mi primer encuentro con este poema fué atraves de mi profesor de Filosofía, quien nos lo leyó al final del cuatrimestre. Para mí cada verso encierra multitud de significados, pues los he leido incontables veces, pero podemos destacar que su más importante lección es que no hemos de olvidar que el sentido de todo camino, es el propio viaje, y más aún, que cada viaje en el mundo es a su vez un viaje a nuestro propio interior. Solo cuando comprendemos esto, podemos disfrutar de cada momento de nuestra vida, de cada parada de nuestro barco en su eterno viaje hacia las ítacas, siendo estas la promesa de la muerte que se alza austera al final del camino, alojando en ella nuestros sueños metas y pensamientos más altos, muchos que cumplimos y otros que dejaremos por finalizar, pero cuya mera puesta en marcha constituye en sí mismo el más bonito de los fines. 

La vida carece de sentido, a excepción del rumbo que queramos darle con nuestro timón, y es por eso, que sea el que sea no debemos apresurarnos, y debemos pararnos a disfrutar de todos los lujos y placeres que la vida nos reserve, pues si el camino ha de ser andado, mucho mejor si además ese camino está repleto de gozo, pues ya que es nuestro viaje, hagamos que sea placentero.

 Itaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

 

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

 

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

 

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

 

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

 

 

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